lunes, 30 de mayo de 2011

El anillo

Un alumno llegó a su profesor con un problema: -    Estoy aquí, profesor, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Dicen que no sirvo para nada, que no hago nada bien, que soy tonto y muy idiota. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?
El profesor, sin mirarlo, le dijo:
-    Lo siento mucho joven, pero ahora no puedo ayudarte. Primero debo resolver mi propio problema, tal vez después …
Y haciendo una pausa dijo:
-    Si tú me ayudas y puedo resolver mi problema rápidamente, quizás pueda a resolver el tuyo.
-    Claro profesor – murmuró el joven.
El profesor se sacó un anillo que llevaba en el dedo pequeño, se lo dio al joven y le dijo:
-    Toma un caballo y vete al mercado. Debes vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es preciso que obtengas por él el máximo posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y vuelve con la moneda lo más rápido posible.
El joven tomó el anillo y se marchó. Cuando llegó al mercado empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Ellos miraban con algún interés, atendiendo al joven cuando decía cuánto dinero pretendía por el anillo. Cuando decía que una moneda de oro, algunos se reían, otros se apartaban sin mirarlo. Solamente un viejito fue amable de explicarle que una moneda de oro era mucho valor para comprar un anillo. Intentando ayudar al joven llegaron a ofrecerle una moneda de plata y una jícara de cobre, pero el joven seguía las instrucciones del profesor de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazaba las ofertas.
Después de ofrecer la joya a todos los que pasaban por el mercado y, abatido por el fracaso, se subió al caballo y regresó. Entró en la casa y dijo:
-    Profesor, lo siento mucho, pero es imposible conseguir lo que me pidió. Tal vez pudiese conseguir 2 o 3 monedas de plata, pero no creo que se pueda engañar a nadie con el valor del anillo.
-    Importante lo que dices, joven – le contestó sonriente el profesor – Primero debemos saber el valor real de ese anillo. Vuelve a tomar el caballo y vas a ver al joyero del pueblo. ¿Quién mejor que él para saber su valor exacto? Pero no importa cuánto dinero te ofrezca, no lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.
El joven fue a ver al joyero y le dio el anillo para que lo examinara. El joyero lo examinó cuidadosamente con una lupa, lo pesó y le dijo al joven:
-    Dile a tu profesor que, si lo quiere vender ahora, no puedo darle más que 58 monedas de oro.
-    ¡¿58 MONEDAS DE ORO?! – exclamó el joven.
El joven corrió emocionado a la casa del profesor para contarle lo ocurrido.
-    Siéntate – dijo el profesor, y después de escuchar todo lo que el joven le contó, le dijo – tú eres como ese anillo, una joya valiosa y única. Solamente puede ser valorada por un especialista. ¿Pensabas que cualquiera podía descubrir tu verdadero valor?
Y diciendo esto, volvió a colocarse su anillo en el dedo.

TODOS SOMOS COMO ESA JOYA. VALIOSOS Y ÚNICOS. ANDAMOS POR TODOS LOS MERCADOS DE LA VIDA PRETENDIENDO QUE PERSONAS INEXPERTAS NOS VALOREN.

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